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EL CEREBRO DIGESTIVO Y SU VÍNCULO CON LAS EMOCIONES

La ciencia de la neurogastroenterología se ocupa de estudiar los trastornos psicosomáticos con expresión gastrointestinal. Es decir, se ocupa de estudiar cómo canalizamos las emociones a través del sistema digestivo, e, inversamente, cómo el sistema digestivo afecta a nuestras emociones; también estudia cómo desarrollamos enfermedades psíquicas o físicas y cuál es el papel del cerebro digestivo en relación con ello.

Porque tenemos un cerebro en las tripas. En 1999 el profesor Michael Gershon de la Universidad de Columbia, de Nueva York, publicó un ensayo tras haber estudiado durante treinta años el sistema nervioso entérico. Descubrió que tenemos cien millones de neuronas entre dos capas musculares del tubo digestivo, que son totalmente idénticas a las del sistema nervioso central (el cerebro superior). Estas neuronas tienen el mismo lenguaje neuronal que las del cerebro y producen los mismos neurotransmisores (sustancias químicas destinadas a producir algún efecto). Lo más interesante de esto ha sido descubrir que el 90% de la serotonina (la famosa hormona de la felicidad y el bienestar) se produce y se almacena en el sistema nervioso entérico, o cerebro digestivo. También tenemos ahí sustancias parecidas a las benzodiazepinas, lo que quiere decir que tenemos poder ansiolítico (tranquilizante) en la tripa. Este segundo cerebro tiene un vínculo profundo con nuestras emociones y nuestro bienestar.

Cuando hay problemas con la función neuronal digestiva y cuando la producción de la serotonina del sistema nervioso entérico es escasa, la persona experimenta estreñimiento, digestión pesada, estancamiento y pesadez en todos los niveles y sentidos. Por el contrario, cuando hay una producción y una actividad elevada de serotonina en el sistema digestivo, que alcance incluso un cierto desequilibrio y una reactividad o sensibilidad «desbordada», observamos, localmente, los síntomas del intestino irritable, con todo su abanico de manifestaciones.

Es fácil observar que las personas que padecen depresión generalmente sufren estreñimiento y problemas digestivos, mientras que las personas con síndrome de colon irritable tienden a la ansiedad, a los ataques de pánico, a los trastornos de atención y a la hiperactividad. Lo que ocurre en nuestro cerebro ocurre en nuestro intestino, y viceversa. Por supuesto, siempre existen casos que no encajan en estos patrones psicológicos.

Hay medicinas naturales, milenarias, que proponen un aumento del bienestar mediante técnicas variadas. Aplicar calor, un masaje suave y dulce en la tripa, la respiración abdominal, un ritual de meditación, la acupuntura, así como los mimos y una buena alimentación ¡pueden ayudarnos a obtener mucha serotonina sin contraindicación alguna!

 

Extraído de: «El cerebro digestivo», entrevista de Francesc Prims a Irina Matveikova (Revista Athanor, 91)