A raíz de mi estancia en Colombia (en septiembre y octubre de 2015), el periódico El Espectador me envió una serie de preguntas, a las que respondí por correo electrónico. Como tuve que acortar mucho las respuestas, ofrezco ahora la versión íntegra de lo que respondí. La versión corta publicada en El Espectador puede leerse en http://www.elespectador.com/entretenimiento/unchatcon/el-misterio-de-espiritualidad-articulo-592783
1. ¿Cómo nace su interés en profundizar en temas como el crecimiento personal y la espiritualidad?
Durante mis años de adolescencia y juventud nace como un anhelo de tener respuestas a los grandes problemas que afrontamos como humanidad, lo cual requería dar respuesta previamente a una pregunta fundamental: ¿de dónde venimos y a dónde vamos? Esto hizo cóctel con posiciones que tenía por aquel entonces que me impedían experimentar una felicidad estable. Fui avanzando con mis más y mis menos hasta que experimenté una profunda crisis existencial, hacia los 27 años. Tuve que confiar en recursos allende mis propias fuerzas. Ahí descubrí el enorme poder transformador de la espiritualidad. Trabajar en la revista Athanor, que fue bandera de los nuevos paradigmas, no fue algo que busqué; la vida misma me condujo hasta ahí. El bagaje son docenas de entrevistas a personajes considerados adalides de los nuevos tiempos.
2. ¿Por qué los hombres viven tan separados de la espiritualidad?
Bueno, los hay que viven separados de la espiritualidad y los hay que viven conectados a la misma. Pero la separación de la espiritualidad en tanto que fenómeno general obedece a la falta de perspectiva que tenemos respecto a la existencia. Nacemos en este mundo y nos habituamos muy deprisa a él, y enseguida creemos que es todo lo que existe. Sin embargo, ¿sabe qué?, cuando tenemos un sueño por la noche enseguida nos habituamos a él también; damos por supuesto todo lo que ahí acontece. Sin embargo, al despertar lo descartamos sin problemas como el sueño que fue. El sueño dura poco; nuestra vida en este mundo dura más, pero no más que un instante en comparación con la eternidad. Podemos preguntarnos: paso un poco de tiempo en este mundo, pero el resto de tiempo ¿dónde lo paso? En otras dimensiones lo pasamos. Claro, también podemos considerar que todo lo que tenemos es nuestra existencia en este mundo. Pero hay suficiente casuística para considerar que esto no es así; que estábamos vivos antes de encarnar y que seguiremos viviendo tras dejar el cuerpo. La gente no piensa en estas cosas porque se cree todo lo que pasa, igual que cuando está soñando cree que todo lo que le ocurre en el sueño tiene una importancia capital. Por eso las personas en general tienen todavía escaso interés en la espiritualidad. Con la espiritualidad nos contemplamos como esa esencia que trasciende lo que experimentamos en este mundo.
3. ¿Cómo logra el ser humano llegar a una verdadera transformación interna?
La pregunta es buena, porque el hecho de plantear la “verdadera transformación” permite distinguirla de las pesquisas meramente intelectuales. En cualquier caso, no es el ser humano el que logra dicha transformación. Mire, con la transformación uno desmitifica su individualidad. Viene a ser como que Algo, una especie de gran Inteligencia, experimenta, comprende y realiza algo a través nuestro. Si el ego humano se apropia de ello, esa transformación queda profundamente desvirtuada. Transformarse implica rendirse lo suficiente a esa Inteligencia como para que pueda darnos la bendición de su compañía. Esta rendición no es posible sin una tremenda humildad, y esa humildad difícilmente es posible si uno no se ha visto obligado a realizar, de alguna manera, una imploración para que un Poder Superior le saque de un atolladero existencial. El ser humano se transforma cuando comprende vivencialmente que sin el concurso de ese Poder Superior él no es nada. Jesucristo lo tenía muy claro; declaraba que él no era nada sin su Padre. A otro nivel, nos volvemos humildes y nos transformamos cuando comprendemos y asumimos nuestra plena humanidad, de modo que perdemos el interés en aparentar ser lo que no somos, y también perdemos todo interés en considerar que pueda haber alguna persona cuya humanidad pueda ser menos digna que la nuestra.
4. ¿Por qué a las personas les agobia tanto el futuro y olvidan vivir el presente?
Enlazo con la respuesta a la segunda pregunta: porque las personas se identifican tanto con su experiencia que para ellas todo lo que les pase tiene una importancia crucial, de vida o muerte. Así pues, intentan anticipar lo que les vaya a pasar para que sea lo más alegre o lo menos doloroso posible. Ahora bien, Ud. puede desmayarse o dormitar durante 15 segundos, y si en esos 15 segundos Ud. se ve perseguido por monstruos su prioridad absoluta será escapar de ellos, porque anticipa lo horrible que sería que le alcanzasen. Ud. no recuerda que está desmayado o dormido y que va a despertar. Si recordamos lo provisional de esta existencia y le pedimos al Poder Superior que nos proporcione los recursos que le son necesarios para experimentar a través nuestro, podemos agobiarnos menos, disfrutar más del momento y tener sorpresas agradables. Recordemos también que vamos a despertar de este sueño, ineludiblemente. Intentemos estar en paz ahora para “tener un buen día” después de este sueño en vez de realizar el tránsito al más allá llenos de angustia, lo que equivale a despertar sobresaltados a causa de una pesadilla.
5. ¿Cómo podría definir la existencia?
Esta pregunta tiene muchos niveles posibles de respuesta. Si Dios (o como queramos llamarlo) Es y nosotros somos parte de Él, la existencia es el mismo hecho de ser. A otro nivel, la existencia significa sentirse vivo y consciente en cualquier tiempo, plano o dimensión. Y a otro nivel, el de la existencia en este plano, la existencia equivale a sentirse vivo y consciente entre dos lapsos de olvido, jalonado por olvidos más pequeños, con el fin de aprender más quiénes somos en esencia. Los dos grandes lapsos de olvido son lo que nos ocurría antes de nacer y lo que nos ocurrirá tras la muerte; no lo sabemos, y esto nos permite implicarnos con más intensidad con este plano. Es como ir a ver una película y creérnosla; es más emocionante que pensar todo el rato “esto es solo una película”. Ahora bien, es bueno tener la conciencia de que se trata de una película y poder rescatar esta conciencia siempre que nos parezca oportuno. Los “olvidos más pequeños” son cada vez que perdemos la conciencia de vigilia, por desmayos, por el sueño o por entrar en estados alterados de conciencia. Esto nos permite vivir microvidas dentro de la vida y, tal vez, conectar con otros yoes en otros planos y dimensiones; es un enriquecimiento tremendo que escapa a nuestro intelecto. Por suerte, contamos con el hilo conductor de la memoria, que mientras estamos en esta existencia nos permite sostener una coherencia y aprender de la suma de experiencias.
6. Nuevos paradigmas es el título de su más reciente libro; ¿a qué hace referencia este concepto?
Me gustaría decir que hace referencia a un marco conceptual que hace posible un nuevo contrato social sobre la base de la sostenibilidad, la paz, la justicia, la unidad en la diversidad, la comunión con la naturaleza, el apoyo mutuo y la confluencia de los distintos campos de la experiencia humana para ofrecer todas las soluciones necesarias a los distintos problemas humanos, particularmente los que nos aquejan como sociedad. Ahora bien, como no podemos determinar que esto vaya a ser así, porque todo depende de nuestras elecciones, prefiero decir que los nuevos paradigmas constituyen la respuesta optimista que se da frente a los grandes problemas que afronta la humanidad, por contraste con las respuestas de desinterés, negación y pesimismo. Las personas que viven en la frecuencia de los nuevos paradigmas no pretenden solamente dar con una solución para los distintos problemas, sino que quieren aprovechar la coyuntura para sentar las bases del nuevo contrato social mencionado. Hay factores que invitan al optimismo: la creciente toma de conciencia, la progresiva confluencia de la ciencia y la espiritualidad a la hora de interpretar la realidad, junto con el entusiasmo detonado por la gran fecha de referencia que fue el año 2012, símbolo y epicentro del cambio anhelado. Pero ninguna fecha garantiza nada; por eso hay que ser cautos y permanecer dando la respuesta optimista, sin dar el resultado por sentado.
7. ¿Cuánto duró estructurando su nuevo libro hasta llegar al final del mismo?
El libro contiene entrevistas realizadas a lo largo de los últimos años. A pesar de ello, son de gran actualidad, porque los personajes son pioneros y visionarios cuyo mensaje está apenas empezando a calar entre el colectivo humano. Pueden pasar incluso décadas y seguir sorprendiendo por su originalidad y frescor.
8. Importantes personajes en el ámbito de los nuevos paradigmas fueron entrevistados por usted durante su paso como redactor de la revista Athanor. ¿Qué destaca en ellos sobre el mayor aporte que hacen a la sociedad actual?
Son personajes que pertenecen a numerosas disciplinas: hay físicos, médicos, biólogos, psicólogos, periodistas de investigación…; la mayoría muy reconocidos y mediáticos. Alguno no es tan mediático, pero su labor merece ser resaltada. El aporte fundamental que hacen en conjunto es el de mostrar que la espiritualidad y la ciencia pueden ponerse de acuerdo a la hora de explicar la naturaleza de este mundo y del ser humano. Derivan de ello conclusiones fundamentales en cuanto a la forma de vivir y de organizar los asuntos humanos.
9. ¿Cuáles son los temas que aborda en su libro?
Son tantos que tan solo puedo resaltar algunos de los más fundamentales: con Lynne McTaggart, periodista de investigación, y Nassim Haramein, investigador científico, tratamos el tema de la naturaleza cuántica de la realidad y nos damos cuenta de las analogías existentes entre el campo cuántico y la noción de Dios. Con el físico Jean-Pierre Garnier Malet, autor de la teoría del desdoblamiento de los tiempos, nos damos cuenta de la naturaleza multidimensional de la realidad y descubrimos una forma sabia de vivir. Con el futurólogo Alfred L. Webre tomamos conciencia de que “no estamos solos” en el universo y adquirimos una perspectiva más amplia de la realidad. Con el psicólogo y físico Dean Radin vemos el esfuerzo de la ciencia para admitir y comprender los fenómenos psíquicos y paranormales. Con el kinesiólogo Alberto Arribalzaga vemos la influencia que recibimos por parte de los mundos de luz y oscuridad y aprendemos a pedir ayuda a los primeros. Con el doctor Juan J. López Martínez exploramos las sucesivas vidas que experimentamos (reencarnaciones) gracias al concurso de la terapia regresiva. Con el investigador Drunvalo Melchizedek adquirimos conocimiento de la red de conciencia que se ha construido alrededor del planeta y vemos cómo conectarnos con ella. Con Gregg Braden, geólogo y diseñador de sistemas informáticos, exploramos el tiempo fractal y aspectos desdeñados por el sistema educativo pero que son muy importantes para entender el mundo en que vivimos. Con el físico Patrick Drouot aprendemos que ahora el mundo es más complejo que el hombre; nos informa de nuestros siete cerebros y diez inteligencias y de la dinámica espiral evolutiva en que se encuentra la humanidad. Con Howard Bloom, paleopsicólogo, aprendemos que el impulso de la socialidad está conduciendo la evolución, desde el momento mismo del big bang. Con la artista y divulgadora científica Bianca Atwell aprendemos sobre la noosfera o “mente” del planeta Tierra. Con la bióloga y experta en economía Elisabet Sahtouris vemos lo que puede aprender la economía de la biología. El libro acaba con tres médicos, Matthias Rath, Ghislaine Lanctôt y Luz Ángela Carvajal, que nos hablan de un nuevo paradigma de la salud. Luz Ángela, por cierto, es una maravillosa doctora colombiana, coorganizadora del precioso congreso de Gestores de la Nueva Conciencia, [que se celebró en Medellín y en el que participé como ponente]. En el libro hay también lugar para el testimonio de J. Z. Knight, canalizadora de la entidad Ramtha, Anne Givaudan, exploradora de los mundos sutiles, y Emilio Carrillo, un místico contemporáneo español que conjuga ciencia y conciencia y que está teniendo mucho seguimiento.
10. ¿Qué tipo de público debe leer su obra?
Todo aquel que esté abierto de mente, se haga preguntas, quiera sentirse mejor, quiera ubicarse mejor en el contexto de los tiempos, quiera un mundo mejor para el conjunto de nosotros y quiera sentirse parte de las soluciones, en cómplice hermandad con tantos miles de personas que sienten esto mismo. Ser parte de las soluciones no tiene por qué requerir algún tipo de sacrificio. La energía fundamental con la que deberíamos afectar positivamente al colectivo es la alegría y el entusiasmo. Si Ud. estima la alegría, ya es un buen candidato para leer el libro.
11. Bajo el concepto de Nuevos paradigmas, ¿cómo se desarrolla el ser humano en el ámbito de la familia y la sociedad?
Los nuevos paradigmas informan de cosas importantes a este respecto. En primer lugar, nos dan el conocimiento de que existe un campo de conciencia que nos une a todos; las separaciones son ilusorias. En segundo lugar, proponen un paradigma evolutivo, en que el siguiente paso tras la consolidación de las células en organismos pluricelulares complejos es que nos reconozcamos como células del gran cuerpo de la humanidad. Las células y órganos ven satisfechas sus necesidades y a la vez aportan al conjunto del organismo; nosotros, por nuestra parte, tenemos los mismos “derechos” y “obligaciones” en tanto que entes sociales. La pregunta fundamental es cómo podemos contribuir con el colectivo humano y a la vez hacerlo desde una postura de felicidad. La respuesta más clara es que procuremos servir a partir de los dones y talentos con que hemos sido bendecidos. Esto propicia la integración entre el bien común y el personal. Más allá de esto, los nuevos paradigmas propugnan que se tenga una visión de conjunto de los retos que tenemos como humanidad y de cómo se interrelacionan los distintos campos. Desde este punto de vista, todo es significativo: qué compramos, dónde invertimos nuestro dinero, qué comportamiento ambiental tenemos, cómo tratamos a los demás… De forma natural, sin fanatismos ni obsesiones pero sí con determinación y conciencia, podemos ir haciendo elecciones favorables a la sostenibilidad, a la paz y a la justicia social. En cuanto a la familia, es un microcosmos en que tiene una especial relevancia el espejo que somos unos de otros y las emociones que nos suscitamos. Constituye un escenario perfecto para que nos conozcamos mejor a nosotros mismos, pulamos nuestro carácter, seamos más conscientes de nuestro amor y optemos por expresar más dicho amor y menos nuestros arrebatos.
11. ¿Qué se podría aconsejar a quienes viven a la velocidad de la luz y no con la tranquilidad del tiempo?
Si no piden consejo, nada. Si me piden una recomendación, les podría decir que se detengan un momento para pensar: “Si muriese ahora mismo [o si me durmiese ahora mismo], ¿cómo entraría en el otro plano?”. Que cierren los ojos un momento y vean si son un torbellino de emociones o pensamientos. Este torbellino no es el augurio, precisamente, de que vayan a experimentar lo mejor más allá de esta existencia. Lo más probable es que después de morir sigan pensando que están vivos y sigan yendo a trabajar, con los mismos agobios, hasta que puedan llegar a darse cuenta de lo que ocurrió. Recuerden que esta realidad es como un sueño largo; entonces: ¿qué sueños les gustaría tener, cómo les gustaría despertarse por las mañanas? Intenten que su día sea un sueño consciente feliz. Intenten vivir lo que les gustaría soñar. Si no tienen tiempo, aprovechen cualquier excusa para detenerse y contemplar una flor, unos ojos bonitos, un árbol. Como el tiempo no existe, la impronta de una emoción positiva que nos arranque una sonrisa tiene valor eterno. Respiren ese momento a pleno pulmón y agradézcanlo. Sepan que ese momento tiene más valor que todos los momentos “prácticos” que no significan internamente nada específico para uno. Esta toma de conciencia puede alentarnos a reducir el ritmo e intentar saborear más momentos de estos. Por supuesto, pueden añadirse a esto las respuestas típicas: relájense Uds., cambien las prioridades, estén más por la familia, hagan más ejercicio, aliméntense mejor, hagan meditación, hagan yoga… Muchos autores les hablarán de esto, y es fantástico. Pero si se agobian ante tanto cambio, recuerden: si ha llovido y llenan sus pulmones con el olor a tierra mojada, por ejemplo, y toman conciencia del valor eterno de ese momento, de modo que se lo regalan a sí mismos y a la Consciencia, ya habrán dado un gran paso hacia la Vida. En diez segundos. ¡Tendrán ganas de más!, y es importante que estén motivados. Nadie cambia porque nadie se lo diga; uno solamente cambia si siente hacerlo.
12. ¿Tiene en salmuera otro libro que conduzca a estos maravillosos paradigmas?
Las entrevistas de Athanor dan sin duda para más libros, pero Dios dirá. En cuanto a la síntesis de mi bagaje, de momento la ofrezco en forma de artículos, charlas y talleres.