El fin de la relación de pareja tiende a hacer que uno lidie de manera realista con sus sentimientos de culpa. El dejador, especialmente, experimenta mucha culpa y dice: «Me siento muy mal por haber herido a alguien a quien amo, o amaba, y me gustaría poder satisfacer mis necesidades sin sentirme tan culpable». La culpabilidad ―o la tendencia a sentirla― parece estar profundamente arraigada en la personalidad humana y es difícil de superar. La mejor solución parece ser pensar racionalmente sobre la ruptura: escucha a tu cabeza en este momento, no a tu corazón (y sus sentimientos de culpa). Poner fin a la relación amorosa puede ser apropiado si ha sido destructivo para ambas personas. En estas condiciones, en lugar de sentarse por ahí sintiéndose culpables, los implicados pueden decir: «Esta es probablemente la mejor decisión para ambos».
Cuando nos sentimos culpables, a menudo buscamos formas de autocastigarnos para aliviar este sentimiento. Si ves que estás tratando de castigarte por medio de exponerte a experimentar dolor en las relaciones, tal vez deberías buscar los sentimientos de culpa que puedan estar motivando tu conducta.
La culpa es generalmente el resultado de no estar a la altura de algún comportamiento de referencia. Si esta referencia la has elegido libremente, por ti mismo, y no es un ideal imposible de alcanzar, es probable que sea saludable que experimentes cierta culpa si no das la talla. Pero si esta referencia es la que ha establecido otra persona, o la sociedad, o la Iglesia, en lugar de tú mismo, tus sentimientos de culpa no son productivos. ¡Concédete un descanso! Ya es lo bastante duro estar a la altura de las propias referencias; no puedes esperar complacer a todos.
Y ahora dirás, con pesar: «¡Pero permanecer casado es uno de mis referentes! Me siento culpable porque no hice que el matrimonio funcionara, así que he fallado en relación con uno de mis referentes». Entendemos este sentimiento. Lo que esperamos en este caso es que puedas llegar a aceptar tu propia humanidad. Nadie es perfecto. Tal vez podrías echar otro vistazo a tu sentimiento de culpa y pensar en una respuesta más útil a la situación. Prueba con esta: «Mi pareja y yo no fuimos capaces de hacer que nuestra relación satisficiese nuestras necesidades y nos proporcionase la felicidad. Parece que, de alguna manera, no aprendimos lo suficiente acerca de amar y comunicarnos con el otro».
Acaso puedas aprender de esta experiencia y hacerlo mejor la próxima vez. Incluso es posible que puedas ayudar a tu ex a aprender algo positivo. Tal vez, si puedes aceptar que tu culpabilidad es apropiada en esta situación, puedas convertirte en una persona mejor que pueda construir una relación productiva y significativa en el futuro.
Fuente: Dr. Bruce Fisher y Dr. Robert Alberti. Reconstruye tu vida después de una separación (Ed. Sirio). Traductor: Francesc Prims Terradas.